«Mi hijo no cuenta nada», piensas a veces. Y te desesperas porque te gustaría saber qué ha hecho en el cole o cómo le ha ido en el examen. De hecho, no hace mucho escuché al vuelo esta conversación entre un padre y su hija. La hija salía de una academia de inglés y volvía ya a casa con su padre:

– Qué pasa, hija, ¿has aprendido algo hoy que me puedas enseñar? – preguntaba el padre.
– No.
– ¿Alguna palabra, algo? – parecía indagar, desesperado.
– ¡No me acuerdo! – era la evasiva respuesta de la hija ante una pregunta que, seguramente, tomaba por cansina.

Como ves es una situación muy común y que, sin embargo, puede resolverse de distintas maneras. Debemos tener en cuenta de todos modos que no todas funcionan, y que lo que hoy da resultado es posible que mañana ya no. Pero por lo menos, puedes encontrar con distintas herramientas.

No preguntes.

«¿Me estás diciendo, pensarás, que si quiero saber algo no le debo preguntar?». Exacto. Nuestros/as hijos/as están cansados de que les preguntemos: la profe, mamá, el abuelo… Todos los adultos les preguntamos. Y no les preguntamos qué chuchería o qué juguete comprar, no les preguntamos cuándo quieren faltar al cole. No. Les preguntamos las tablas de multiplicar, cómo se dice oso en inglés o si se han comido las acelgas.

Así que cuando el cerebro de nuestro/a hijo/a escucha una pregunta de un adulto, directamente se pone en guardia. Sabe que no será algo placentero y por lo tanto, es probable que incluso ni nos responda porque ignore la pregunta directamente. ¿Cómo te pones en cuanto recibes una llamada de un número desconocido y escuchas algo como:

Hola, buenos días, le llamo del departamento comercial de X para informarle sobre una oferta muy ventajosa sobre…

Ahora lo entiendes mejor, ¿verdad? Tu hijo no cuenta cosas si le preguntas porque no quiere sentirse acosado, quiere descansar de exigencias. Entonces, ¿cómo podemos actuar?

Puedes comenzar por ti: habla primero y cuenta algo de tu día que te haya gustado o que te haya llamado la atención. Verás que la propia dinámica de la conversación le llevará a contar algo a tu hijo/a también. Al fin y al cabo, todos los seres humanos necesitamos sentirnos parte de un grupo. Y participar en un diálogo es una buena manera de asegurarnos que pertenecemos a alguien que nos cuida y nos quiere. Por ejemplo:

¿Qué tal tu día? El mío ha sido movido. He tenido que ir a la oficina de un cliente donde no funcionaban los ordenadores. ¡Nadie podía trabajar! ¿Te imaginas? He estado un montón de tiempo y casi no he podido comer.

Prohibido preguntas de sí/no.

Esta es más previsible, ¿verdad? Si tus preguntas pueden tener como respuesta sí, no, bien o mal, es fácil que tu hijo/a se limite a contestar con ello. ¡Se lo estamos poniendo en bandeja! Son preguntas cómodas de hacer y cómodas de contestar. Seguro que esta escena te suena:

– ¿Qué tal hoy?

– Bien.

– ¿Has tenido música hoy?

– No.

Las preguntas mágicas en este caso son las llamadas preguntas abiertas: preguntas que requieren que tu hijo/a elabore la respuesta de manera más compleja. Te puedo dejar unos cuántos ejemplos si tu hijo no cuenta nada:

  • ¿Qué te ha gustado más de lo que has hecho hoy?
  • ¿Con quién has jugado esta vez?
  • ¿Por qué no ha ido hoy tu profe?
  • ¿Cuándo te has aburrido hoy?
  • ¿Qué has hecho con la comida del comedor?

Empatiza, si tu hijo no cuenta cosas.

Seguramente muchas veces estás saturada al salir del trabajo. Lo que menos te apetece es contarle qué tal en el trabajo a tu pareja. Quizá lo necesites después pero en un primer momento necesitas desconectar. Pues con nuestros hijos es similar.

Ellos salen del colegio y necesitan parar, cortar con el lugar donde han estado gran parte del día. En ese momento tu hijo no cuenta cosas ni tiene ganas de ello. Probablemente es mejor que habléis de lo que haréis esta tarde o el fin de semana o incluso de los cromos de Pokémon que ha conseguido cambiar. De este modo, seguramente entrará en un modo más relajado para más tarde poder abordar lo que hizo en el cole. Al fin y al cabo, ¿qué más nos da esperar un poco más?

Permite que sea tu hija o tu hijo quien cuente cosas.

Las familias hemos cambiado mucho en estos últimos años y no solo en cuanto a composición: ahora nos relacionamos de manera diferente y tenemos más facilidad para obtener información de otras familias o del colegio. Para empezar, tenemos los grupos de WhatsApp. Además, suelen existir medios inmediatos de comunicación entre la familia y el centro como emails o aplicaciones específicas. Esto provoca que nos enteremos de lo que pasa incluso antes de que nuestros hijos no lo cuenten. Y claro, a veces iremos directamente con esa pregunta cuya respuesta ya sabemos. Lo peor es que nuestro hijo sabe que lo sabemos, así que ¿para qué va a contestar?

Por lo tanto, aunque sepas que ha sucedido algo de interés en el cole, no se lo digas. Deja que sea tu hijo o tu hija quien lo cuente. O, incluso, puedes esperar a escucharlo de los amigos de tu hijo/a. Además así les dejamos ejercer su responsabilidad, esa que tienen que ir construyendo poco a poco para convertirse en unos adultos autónomos.

Usa el humor si tu hijo no cuenta nada.

El humor es una herramienta muy poderosa en todos los ámbitos de la vida y en la crianza y educación también, por supuesto. Nos sirve para reírnos de nosotros mismos, para suavizar situaciones tensas, para aliviar otras graves y para hablar. Sí, si tu hija o tu hijo no cuenta cosas también es válido.

Por ejemplo, puedes inventar preguntas disparatadas como:

  • ¿Qué tal en mates? ¿Habéis visto ya la raíz cuadrada del árbol del patio?
  • Oye, me han dicho que en Educación Física hoy tocaba paracaídas: ¿has saltado muy alto?

Seguramente tu propio hijo ponga el grito en el cielo, te corrija de tu error y se disponga a contar de manera solícita la versión real de los hechos. ¡Se lo has puesto en bandeja sin apenas esfuerzo!

Deriva la conversación.

Una vez hayas conseguido un clima distendido y hayas conseguido que tu hija o tu hijo se relaje, puedes derivar la conversación hacia el tema que te interese. Por ejemplo, podemos volver al padre del diálogo que te presentaba al principio. Si recoges a tu hija de la extraescolar de inglés, puedes contar algo sobre ti mismo/a que esté relacionado con el tema. Por ejemplo, que hoy tuviste una videoconferencia con alguien en inglés y que te costaba mucho entenderlo por el acento. O que buscaste la letra de tu canción favorita en inglés y ya te la sabes.

Silencio.

En Occidente tenemos demonizado al silencio, sobretodo cuando estamos en presencia de más personas. Parece que para crear una situación cómoda necesitamos hablar sin parar. De hecho, muchos adultos son expertos en hablar durante horas sin respirar casi. Realmente para ciertos contextos es una habilidad valiosa. Pero para el objetivo que perseguimos ahora puede ser contraproducente.

Callemos, dejemos que la cabeza de nuestra hija piense hasta encontrar algo que le apetezca contar. Siempre hay algo. Si por lo que fuera no es así, tras esperar y ver que nuestro hijo no habla, podemos comenzar contando nuestro día.

Respetemos si hoy tu hijo no cuenta cosas.

O quizá tu hijo/a esté callado/a porque lo necesita. No ha tenido un buen día o está cansado/a. También nos pasa a nosotros y somos adultos. ¡Ellos no van a ser menos! Sus problemas, que a nosotros pueda que nos parezcan nimios, pueden ser grandes para ellos. Así que respetemos. Si un día no le apetece hablar de lo que ha hecho en el colegio, no pasa absolutamente nada. ¡Ya habrá más días!

Espero que os sea de utilidad este texto. Es totalmente útil tanto para niños normotípicos como para niños con Síndrome de Down. Puedes contarme si te ha funcionado alguno de estos trucos y recuerda, puedes consultarme siempre que quieras, solo pídeme cita ya.

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